Sistema empresarial de Cuba: retos ante la crisis
IPS Cuba recoge opiniones de representantes del sector estatal y privado, así como de economistas y académicos, sobre el sistema empresarial local, su funcionamiento y retos ante la actual crisis económica.

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¿Cómo podría definir el sistema empresarial actual en Cuba, cuáles son sus principales fortalezas y debilidades?
Ileana DíazEl sistema empresarial está compuesto por las diferentes variantes de empresas estatales como filiales, mipymes, sociedades mercantiles en su totalidad y también estatales; cooperativas (agropecuarias y no agropecuarias), empresas mixtas y mipymes privadas.
Se pudieran incluir las empresas familiares y los trabajadores por cuenta propia (TCP) con hasta tres empleados, aunque no tienen personalidad jurídica.
Las fortalezas se relacionan con la diversidad de formas de propiedad y tamaño, lo cual brinda una diversidad de ofertas y posibilidades de competencia y, con ello, la posibilidad de incidir en la calidad e innovación de bienes y servicios.
Las debilidades radican en que aún son pocas las no estatales y no son eficientes las estatales. No se logra una dinámica de entradas y salidas de las empresas, incluidas las estatales. No se fomenta la creación de nuevas empresas, ni se enfocan las que nacen hacia los ejes de transformación productiva.
El sistema no genera sinergias entre ellas, ni buenas articulaciones o encadenamientos, ni colaboración o mixturas. El sistema es poco competitivo, no logra generar ofertas con valor agregado.
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Antes de responder este cuestionario me gustaría aclarar que no soy especialista en el tema que ocupa este A Debate, por tanto, desearía partir de los preceptos que guían la labor del Centro Cristiano de Reflexión y Diálogo-Cuba (CCRD-Cuba).
Esta supera el decenio de acompañamiento al sector privado, cuyo objetivo primordial es impulsar el autodesarrollo comunitario mediante una metodología de trabajo que toma en cuenta varios elementos:
- Diagnóstico de la situación con temas claves y prioritarios de los grupos metas y las comunidades.
- Capacitación sobre diversos temas resultantes de los diagnósticos.
- Sistematización de experiencias (formal al concluir la experiencia, con los actores en forma participativa, sobre la marcha).
- Generalización que incluye la transferencia y aplicación de experiencias en otros contextos, las visitas de seguimiento y la replicación de buenas prácticas.
Para ejecutar y lograr tales objetivos nos apoyamos en el servicio de colaboradores, especialistas y académicos de prestigio en las distintas ramas del saber tanto locales como nacionales.
El programa académico del CCRD-Cuba tiene posiciones teóricas referidas al tema que aquí se aborda. Estas responden a estudios contextuales y a la revisión de literatura especializada.
Mis respuestas tienen que ver con la posición del equipo del centro respecto al tema y guía su desempeño en las comunidades de incidencia.
Un sistema empresarial es un proceso o conjunto de procesos que una organización utiliza para producir un producto o servicio. En pocas palabras, un proceso empresarial se ocupa más del trabajo real que hay que hacer para lograr un objetivo, mientras que un sistema empresarial se ocupa más de la gestión general de la empresa.
Según informes oficiales, el sistema empresarial en Cuba está constituido por 16 253 entidades, destinadas a la producción de bienes y servicios, de las cuales 2422 son estatales, 8590 mipymes privadas, 5138 formas cooperativas y 103 empresas mixtas.
Se le reconocen las siguientes debilidades:
- A pesar de las medidas tomadas en los últimos años, en nuestra economía en general hay una muy baja productividad y eficiencia, mucho más acentuada precisamente en el sector estatal (se sigue practicando una excesiva centralización estatal de la propiedad y su gestión, además de una administración vertical y burocrática).
- Ausencia del sentimiento de dueños y de sentido de pertenencia en funcionarios y trabajadores. Para sentirse dueños es necesario que puedan ejercer determinadas facultades de decisión, de manera real y directa, como lo hace todo dueño, y que reciban, en lo personal, el efecto de las ganancias o pérdidas que tenga la entidad, como le sucede a todo dueño.
- El salario dejó de ser un motivador para realizar la labor e incrementar los rendimientos.
- Falta una participación real y suficiente en el manejo de la dirección y en los resultados de la actividad económica.
- Varios cientos de empresas estatales siguen existiendo con pérdidas y son, por tanto, subsidiadas desde el presupuesto público.
- No están establecidos todos los mecanismos para que los actores estatales y no estatales puedan acceder a las divisas a través de los ingresos generados por exportaciones y conectarse a los mercados internacionales.
- No existen incentivos y la producción nacional no garantiza las demandas de la población, ni se ha logrado reducir los costos o incrementar la oferta de bienes y servicios.
- Falta financiamiento oportuno en divisas, hay pagos retenidos a proveedores, insuficientes materias primas e insumos y restricciones en la asignación de combustible.
- Solo el 1,2 % de los actores económicos privados se dedica a actividades primarias como agricultura, ganadería y pesca.
- La situación económica del país continúa impactando desfavorablemente en la gestión de las empresas estatales.
- Algunas actividades se afectan por la aplicación de tarifas y precios centralizados que no cubren los costos y gastos de la actividad principal. La autonomía de las entidades estatales está castrada por los niveles superiores a los que se subordinan y deben ajustarse a un plan y a cifras directivas centralmente determinadas.
- Las tasas múltiples de cambio generan un potencial peligro económico, social y político. Ventajas para unos y grandes desventajas para otros.
- Los trabajadores en general, fundamentalmente jóvenes y la fuerza de trabajo calificada, se van hacia el sector no estatal (o emigra al exterior de Cuba) algo que no puede contrarrestar un sector estatal sin capacidad ni atractivos competitivos eficaces.
Es posible mencionar algunas fortalezas:
- La aprobación de nuevas mipymes privadas y cooperativas no agropecuarias ha generado nuevos empleos. En total se reporta más de medio millón de personas dedicadas al trabajo por cuenta propia, según fuentes oficiales.
- Los componentes del sector no estatal toman sus decisiones económicas con total autonomía, solo dentro de ciertas regulaciones que autorizan legalmente su actividad y no tienen que obedecer a ningún organismo superior, ningún plan ni cifra directiva.
- El sector privado, en extremo dispar, evoluciona de un rol meramente complementario a un mayor reconocimiento de su importancia para el desarrollo económico del país.
- El desarrollo del sector no estatal, con los estímulos necesarios y las condiciones institucionales adecuadas, puede contribuir de un modo notable al crecimiento de la economía, al empleo y a la superación de la escasez crónica de oferta que persiste en la actualidad.
El sistema empresarial cubano es complejo: en el estatal (hoy predominante en volumen de servicios y productos) existen muchísimos años de arrastre de diversos problemas.
Por ejemplo, la ineficiencia, el continuo rescate de empresas quebradas con presupuesto público, que es el dinero recaudado por exportaciones, impuestos, ventas internas y en el peor de los casos (y muy puesto de moda), la emisión monetaria de la banca cubana, es decir, un “rescate” con déficit fiscal.
El sistema empresarial estatal no ha sido capaz (no en todas, pero sí en una gran parte de sus estructuras) de fomentar la innovación, el desarrollo, la productividad y la eficiencia.
Puede parecer que una de las mayores causas de lo anterior es que no tenemos verdaderamente “empresas”, toda vez que carecen de lo principal: autonomía. Por ello me gusta hablar de administradores o funcionarios estatales, no de empresarios.
Por otra parte, tenemos el sistema cooperativo (agropecuario o de otros ramos) que también tiene muchísimas complejidades, y en los últimos años, el privado.
Ambos sistemas (salvando las distancias en formas de gestión y propiedad) han demostrado mayor gestión, capacidad de respuesta al mercado y eficiencia, aun cuando también presentan dificultades para alcanzar un mayor protagonismo dentro y fuera del mercado cubano.
Analizar el sistema empresarial de Cuba desde pocas líneas es injusto, conlleva un análisis profundo y multisectorial, pero no por ello se puede dejar de mencionar algo que no solo vemos sino que sufrimos: la forma en que “funciona” el entramado de actores en el ecosistema empresarial no nos va a llevar a un “despegue” económico.
En el mejor de los casos, nos está llevando a un tipo de “meseta”, donde la estanflación (aumento de precios mientras la economía se contrae) está en el orden del día, y es que dos más dos es cuatro.
El sistema empresarial de Cuba está en constante aprendizaje, lo que hace que se observe como un escenario carente de herramientas que le permitan emerger.
A pesar que se defina como un entramado constituido por empresas que son propiedad de todo el pueblo, donde imperan las cooperativas, las empresas privadas y las llamadas empresas mixtas, también están las pertenecientes a organizaciones políticas, de masas, sociales y otras entidades de la sociedad civil, lo que hace que desde el mismo concepto elaborado se generen confusiones al momento de ubicar el rol de cada una.
Las principales fortalezas están en que, al darse una organización social, no hay explotación del hombre por el hombre y la inmensa mayoría muestra deseo de superación. Otra fortaleza está en la solidaridad entre algunos sectores, sobre todo en el privado, y en la resiliencia de cubanos y cubanas.
Entre las debilidades, se pueden mencionar la selección del personal, la emigración de las personas que pone en peligro cualquier emprendimiento, el desconocimiento de las gestiones empresariales, la escasez y el propio contexto caracterizado por una economía cambiante con múltiples monedas.
El sistema empresarial cubano es muy complejo de explicar porque, si bien reúne a numerosos actores económicos, todavía no logra cuajar como sistema.
Una de sus fortalezas más importantes son las personas que lo integran y su capacidad de adaptarse y ser flexibles. No se puede olvidar que es un sistema que ofrece muchas oportunidades.
Entre sus debilidades considero que la más visible es la falta de una legislación clara, que no sea tan cambiante y que, más que en el control, esté enfocada en la promoción, el desarrollo y el fomento.
Actualmente existen muchas resoluciones que salen de modo constante y eso crea incertidumbre, lo cual entorpece la creación y el avance de muchos negocios. Te puedo mencionar como ejemplo las resoluciones implementadas recientemente.
Más que un sistema empresarial, tenemos un tejido empresarial diferente, con una diversidad de actores que años atrás era impensable, y con muchas limitaciones todavía para desplegar plenamente sus posibilidades como sistema, para contribuir al desarrollo del país.
Recuerdo ahora una frase de inicios de la década pasada que era como un mantra de las reformas iniciadas con los Lineamientos: “Desatar los nudos que atan las fuerzas productivas”.
Nuestros problemas actuales en la economía indican claramente que todavía quedan nudos por desatar, en algunos casos de larga data. El fomento y la articulación de todos los actores, sin excepción, y reitero, como sistema, es una condición indispensable para salir de esta situación.
Entre sus fortalezas hoy está precisamente su diversidad, la capacidad de sobrevivir aún en tan difíciles circunstancias y la potencialidad que puede apreciarse en no pocas de estas empresas. Entre sus debilidades pueden mencionarse el alejamiento de tendencias contemporáneas de la gestión, el bajo nivel tecnológico (con excepciones, claro), la insuficiente articulación.
Me refiero al tejido en su conjunto, tratando de mencionar solo las debilidades a lo interno y no las condicionantes del entorno, que son determinantes. En dependencia del tipo de actor, se podrían especificar otras.
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En la Constitución de la República se plantea que la empresa estatal constituye el “sujeto principal” de la economía cubana. ¿Cuál es el rol de la empresa estatal en la actualidad?
Ileana DíazTal y como refrenda la Constitución (aprobada en 2019), las empresas estatales son el sujeto principal y es algo válido para Cuba: un país socialista que concentra sectores decisivos de la economía como medios fundamentales de producción (aunque nunca se han definido a cabalidad esos medios).
Sin embargo, en la actualidad, si bien la empresa estatal aporta más del 80 % del producto interno bruto (PIB), muestra insuficiente oferta en bienes y servicios tan importantes como los que integran la canasta básica y, en otros casos, lo que producen es de baja calidad.
Tengamos presente lo siguiente: solo el 18 % de las empresas estatales (2422) exportan y solo el 14 % exporta valores por encima de los seis millones de dólares, el 22,6 % recibe subsidios, el 15,6 % tiene pérdidas y el 13,8 % presenta rentabilidad del 0,5 % (o por debajo).
Por tanto, hoy podemos decir que las empresas estatales no comandan el sistema empresarial, como empresas dinámicas o competitivas que arrastren la economía, más bien están en la retaguardia.
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La empresa estatal es determinante si nos referimos al peso que mantiene en el producto interno bruto (PIB), en las exportaciones, el empleo, la presencia en sectores clave de la economía (industria, infraestructura y otros).
Sin embargo, la evolución de su desempeño, con excepciones que siempre existen, dista mucho de cumplir con las expectativas depositadas en este actor económico. Y en determinados sectores como la producción de alimentos, la fabricación de bienes industriales, la energía, entre otros, es evidente el deterioro.
El número de empresas estatales que exhiben pérdidas o baja rentabilidad y los subsidios correspondientes reflejan una situación que no es sostenible por mucho más tiempo.
Varios economistas hemos estudiado el asunto reiteradamente. Resulta indispensable acometer de una vez la reforma a fondo de la empresa estatal, que sigue sin concretarse y cuyas bases se abordan en no pocos de los referidos trabajos.
Aquí solo menciono tres asuntos: el concepto de medios fundamentales de producción y su expresión práctica en empresas por tipo de propiedad y sectores de actividad donde participan, el reconocimiento y la solución de problemas centrales de las empresas estatales en economías centralmente planificadas como la nuestra y el mecanismo de asignación de recursos y formación de precios.
Sigue siendo una estrategia del Estado que la empresa estatal sea el sujeto principal de la economía cubana. Creo que si eso fuese así tendrían que hacerse más cosas como acabar de aprobar la Ley de empresas, que está pendiente.
Al sector empresarial estatal le falta mucha autonomía y, con la situación cambiaria que vive el país, aún no se sabe con exactitud cuán rentable es este sector. Para que realmente sea el elemento principal que mueva la economía, deben realizarse muchos y más profundos cambios.
El sistema productivo del país está colapsado debido a la escasez de capital, la obsolescencia tecnológica y los mecanismos burocráticos de dirección y gestión de la actividad estatal y la subordinación a ellos de casi la totalidad de las actividades privadas, especialmente en el caso del sector agropecuario.
La parálisis productiva ha llevado al hundimiento de varios sectores claves de la economía que generaban la mayor parte de las exportaciones de bienes, algunos de los cuales deben ser importados en las nuevas condiciones para satisfacer la demanda interna; así como otros que antes se producían y ahora también deben ser adquiridos en el exterior.
Si bien se le asigna un papel protagónico a la empresa estatal socialista, como la principal forma de propiedad. Esa prerrogativa no podría pensarse en demérito del resto de los actores no estatales, hoy visiblemente presentes en este escenario.
El sector privado ocupa un lugar nada despreciable. Sus avances no solo se muestran en las cifras que ya alcanza su crecimiento, sino también por el nivel de actividad que desarrolla, el incremento de su aporte a la economía del país, el empleo de fórmulas para adaptarse a un entorno complejo, la búsqueda de soluciones alternativas y sus interacciones.
Ello podría conducir al sector privado a trascender el mero papel complementario o secundario en el desarrollo económico del país.
Cuando se redactó la Constitución del 2019 no existía la empresa privada en nuestro país. No obstante, aunque hubiera existido, el texto seguiría siendo el mismo, y es que no podemos olvidar que el sistema cubano tiene su basamento en el socialismo.
Uno de los principios es los medios de producción (los fundamentales) son “propiedad del pueblo” y el Estado los administra en su representación. Hoy ese sistema convive con algunos rasgos vistos en el programa de la Nueva Política Económica, de Lenin (1870-1924, político ruso y líder comunista), implementada en 1921, pero con predominio de la forma de administración y planificación de Stalin (1878-1953, político y dictador soviético) en la extinta Unión Soviética.
Si bien no es correcto hablar de socialismo de mercado, tampoco lo es decir que es puramente de planificación, más bien es un híbrido, con características de ambos modelos, algo que adolece de un aspecto esencial: la información dispersa del mercado, lo que impide hacer, entre otras cosas, un cálculo económico racional.
El rol de la empresa estatal, excepto en algunas ramas principales como la Medicina, la Industria Militar y alguna que otra de interés público, deberían gestionarse bajo un verdadero control popular y las mismas condiciones que cualquier empresa del país.
Si eres ineficiente, quiebras y desapareces, no hay rescate, porque cada vez que pones dinero público en una empresa con pérdidas, sin cambiar las causas de su ineficiencia, lo que haces es alargar en el tiempo la ineficiencia y traspasar ese “rescate” a déficit y con ello, cada día, inyectas más inflación.
El sujeto principal a largo plazo en Cuba será quien dé respuesta al mercado.
Cuba es un país con un sistema empresarial socialista, lo que deriva en una economía mixta. La propia estructura centralizada donde funciona la economía determina muchos desempeños en el orden económico.
La empresa estatal es la que instaura el sistema empresarial cubano, constituido por entidades que aprueba el Estado, precisamente desde su Carta Magna. De ahí que su rol esencial sea dirigir, controlar y ejecutar la política y las estrategias que impulsen el desarrollo y, con ello, avanzar en las tareas y funciones estatales.
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Junto a la empresa estatal coexisten diversos actores del sector privado (mipymes, trabajadores por cuenta propia, cooperativas agropecuarias y no agropecuarias, empresas mixtas con capital extranjero, propiedad privada agrícola, sector artístico y proyectos de desarrollo local, entre otros), ¿cuáles han tenido mayores éxitos económicos y por qué?
Yenia PupoEn el primer semestre de 2024, las formas de gestión no estatal realizaron importaciones por unos 900 millones de dólares (la mayor parte de mipymes), con marcada participación en alimentos y bebidas.
Las exportaciones de estos actores en el período ascienden a 15 millones de dólares, principalmente de carbón vegetal, así como una reducida cifra de servicios de desarrollo de soporte de aplicaciones informáticas, lo que evidencia la poca vocación exportadora y la necesidad de avanzar hacia una mayor integración y sinergias con el sector estatal.
El sector privado ha permitido elevar el prestigio del sector de los servicios, sobre todo en la gastronomía, con los cambios novedosos en la generación de servicios públicos que propician cierto bienestar y la solución de necesidades básicas de la población, al generar nuevos empleos, conocimientos e innovación.
Esta situación ha posibilitado adoptar nuevos enfoques sobre calidad de vida, en especial hacia los sectores excluidos o menos favorecidos.
También ha propiciado el surgimiento de nuevos líderes con el placer de sentirse independientes y la motivación de crear algo nuevo, al adquirir una posición social más ventajosa, además de fomentar la responsabilidad social.
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Las empresas mixtas son las de mayores resultados, no exentas de dificultades. Son las que generan la mayor masa de exportaciones de bienes. Tienen capital, poseen una autonomía que las favorece, exención de impuestos y una legislación mucho más favorable.
Pueden crecer y expandirse mucho más las existentes o introducirse nuevas, pero el entorno no lo favorece, empezando por el sistema financiero del país, el sistema electroenergético, los mecanismos burocráticos excesivos, entre otros obstáculos.
No existen atractivos e incentivos suficientes para invertir con un margen relativo de incertidumbre.
En cuanto al resto, se puede decir que un grupo de las mipymes y algunos TCP importadores han podido tener éxito por la situación de estanflación (aumento de precios mientras la economía se contrae), además de otros factores.
Al concebir un buen modelo de negocio, se posicionan en nichos de mercado sin cubrir por años y han logrado un éxito relativo, a pesar de que las regulaciones no los apoyan ni fomentan.
Los productores agrícolas del sector privado y cooperativo no tienen incentivos para incrementar sus producciones. Una buena proporción de empresas estatales con pérdida son agropecuarias.
Si no se quiere una agricultura subsidiada pues hay que desatar las amarras, que se permitan pequeñas empresas privadas, se creen los mercados y el Estado los regule mediante incentivos.
En toda esa diversidad que coexiste con la empresa estatal podrían comentarse historias y casos de éxito y fracaso, de buenas y malas prácticas. Por cierto, hace falta más difusión sobre tales ejemplos y disponer de más datos confiables sobre el universo empresarial cubano.
Las condiciones del entorno donde gestionan su actividad, la eficacia gerencial y el colectivo laboral, en definitiva, son determinantes en los resultados de cualquier tipo de empresa o proyecto.
El mayor éxito ha estado en las empresas mixtas con capital extranjero, las mipymes y las de propiedad privada agrícola. Esto se debe en gran medida a la posibilidad de contar con una mayor inyección de capital, lo cual les facilita tener nuevas adquisiciones y mayor crecimiento interno.
El éxito es muy difícil de definir porque puede ser que venga de lo económico o no. Lo que sí puedo decir es que un 35 % de la población cubana está integrada al sector privado y creo que es un dato muy relevante.
Por otra parte, respecto a ciertas figuras como los Proyectos de Desarrollo Local (PDL), la legislación no es suficientemente clara pues a estas estructuras les cuesta poder abrir y operar las cuentas bancarias.
También está el tema de las cooperativas que se quedaron muy atrás porque tampoco tienen una legislación clara. Entre esas figuras, las mipymes responden más a lo que considero sea una estructura empresarial más completa.
No puedo afirmar que sean las más exitosas, pero existen más de 10 000 mipymes privadas aprobadas en Cuba. Sin dudas, esto habla de su empuje desde el punto de vista económico. Creo que pudieran existir muchas más, pero por diferentes cuestiones no se aprueban desde mayo pasado, en espera de las nuevas leyes.
El privado, por supuesto, a la corta o a la larga siempre será de ese modo, y no me refiero solo a las mipymes, que en muy breve tiempo han hecho lo que el contexto, las normas y las políticas le han permitido, sino a todo el sector privado, que agrupa desde el pequeño agricultor hasta el trabajador por cuenta propia.
Por ejemplo, usted observa la finca de un pequeño agricultor sin ninguna subvención, ni recursos o ayudas, que funciona bien, todo está sembrado; en cambio, va a una granja estatal y es lastimoso el abandono, eso para no hablar del sector azucarero.
También existen empresas estatales con éxito, como BioCubaFarma, pero son casos aislados, excepcionales.
El porqué de esas diferencias es un tema de mucho debate, pero pasa por la propia gestión del que administra, los sistemas de pago hasta temas de fondo, como la gestión y la propiedad.
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¿Cómo percibe los encadenamientos productivos entre los diferentes actores económicos, sobre todo del sector estatal y el privado?
Yenia PupoAmbos sectores comparten un espacio que debe tender a ser cada vez más armónico. Una arista singular es la posibilidad de interacción y la generación de alianzas, aspecto que genera no pocas discordancias y hasta desaciertos.
Existe un marco legal que autoriza a esas entidades a constituir asociaciones contractuales, a los efectos de lograr alianzas estratégicas, encadenamientos productivos y acceso a tecnologías, entre otros fines. A la par, aprueba su asociación con sujetos estatales o no estatales a los efectos de crear una nueva persona jurídica.
Esta misma integración debe incentivarse para las producciones cooperadas y los encadenamientos efectivos, que permita alcanzar mayores producciones, a precios asequibles para la población.
Pero en realidad se evidencia una sostenida resistencia de entidades e instituciones a establecer vínculos comerciales con las formas de gestión no estatales.
Tanto la presencia del sector privado como su relación con el sector estatal han debido sortear no pocas dificultades, limitaciones y condiciones que inciden en su normal desarrollo, entre ellas sobresalen cuatro:
- Se ha abierto las puertas de un escenario novedoso, y por ello desconocido por muchos, al que se resisten acceder y ceder hacia un ámbito de intercambios y relaciones más amplio y abierto.
- Desconocimiento de mecanismos, herramientas y soluciones legales que permitan legitimar interacciones y alianzas estratégicas que se podrían establecer.
- Aplicación de normas que condicionan la presencia del sector privado en las relaciones de comercio exterior, regulaciones bancarias, de acceso a financiamientos y a determinados mercados.
- Desconocimiento de las normas o su inadecuada aplicación.
Del tema de los encadenamientos productivos se habló muchísimo, sobre todo al inicio de la creación de las mipymes. Había mucha voluntad, pero luego hubo muchas barreras legales en cuanto a cómo eso se pudiera llevar a la práctica de manera efectiva.
Muchos actores económicos han conseguido desarrollar encadenamientos, pero otros no lo han logrado.
Es importantísimo seguir trabajando por lograrlos pues el Estado cuenta con muchas capacidades que no utiliza por diferentes motivos y, a su vez, representantes del sector privado no tienen medios económicos para poder invertir.
Entre ambos pudieran lograr acuerdos interesantes y convenientes para sus sectores, pero tienen que estar muy claros los términos legales.
Por otra parte, muchos contratos dependen de la voluntad de las personas y, como consecuencia de la emigración, ha habido bastante inestabilidad en los recursos humanos, tanto en empresas estatales como privadas. De modo que el logro de contratos depende de numerosos factores que si se encaminan correctamente pueden generar buenos resultados.
Existen encadenamientos, pero muchos no logran ser sostenibles y otros no son virtuosos (es decir, no logran una relación de ganar-ganar).
Esto se debe a que el modelo de funcionamiento de la economía está fragmentado en dos espacios: uno que se regula administrativamente, es preponderante y lo maneja el gobierno hacia las empresas estatales, y otro espacio de mercado donde habita el sector no estatal de la economía.
Las señales en cada espacio son diferentes, las reglas de juego también, esto ya de por sí complejiza la articulación entre las partes, pero para mayor dificultad, el gobierno emite más regulaciones de carácter administrativo hacia el espacio de mercado (topes de precio, procedimientos arancelarios y para la importación), lo cual no se alinea con las exigencias y necesidades de actores cuyos resultados se miden en el mercado.
Aún no son lo suficientemente comprendidos, y donde sí lo han interiorizado incluyen entonces la burocracia, las trabas e incluso la incompatibilidad de gestión y propiedad.
El sector privado toma riesgos permanentes, como riesgos al fin, esas decisiones pueden salir bien o todo lo contrario. La empresa estatal no toma riesgos, quiere –y puede–trabajar a lo seguro.
Reitero, sin análisis de mercado, sin cálculo económico, no es posible hablar de verdaderas empresas. Un ejemplo claro se aprecia en una empresa estatal de cigarros que funciona para cumplir un plan trazado centralmente.
Produce cuatro cajetillas para cada persona mayor de 18 años, que las compra mediante la libreta de abastecimiento (cartilla de racionamiento de productos y alimentos que conforman la canasta básica normada por el Estado), eso es puro plan rentista, sin ningún tipo de lógica. No hay empresa que funcione así en un contexto de libre competencia.
Jamás he visto a un directivo de una empresa estatal analizando con sus clientes determinado producto o servicio, haciendo un MVP (sigla con la cual se designa a los llamados Mínimo Producto Viable, es decir, si tienes una idea de un producto o servicio, la desarrollas y lanzas al mercado para obtener retroalimentación de los clientes, darle los últimos retoques antes de sacar la versión final al mercado).
Tampoco se analiza en el sector estatal empresarial el costo de oportunidad, el ROI (es decir, el rendimiento o retorno sobre la inversión) ni se planifica el presupuesto para Innovación y Desarrollo (I+D). Es todo mecánico, sin autonomía, así no se hace una empresa.
Esas y otras grandes diferencias serruchan cualquier camino a largo plazo. Encadenamiento no es que venga una empresa estatal que tiene máquinas de hacer picadillo y un privado que suministre la materia prima, eso simplemente es un contrato de producción cooperada o de suministro o compraventa, todos previstos en la ley cubana.
Los verdaderos encadenamientos van hacia el valor, la innovación, el desarrollo, la investigación, que pueden crear dos actores juntos, como parte de algo superior, comúnmente denominado cadenas de valor. Hoy no existen las condiciones para desarrollar algo así, lamentablemente.
Existen ejemplos en los que empresas estatales se encadenan con el sector privado en temas como la obtención de materias primas y algunos servicios, el uso de programas informáticos (softwares), el aprovechamiento de capacidades ociosas. Sin embargo, como se decía al inicio, el potencial para un mayor encadenamiento y la concertación de alianzas estratégicas todavía está por desplegarse.
Ello depende de acciones como fortalecer la divulgación y los espacios de confluencia entre actores para la detección de oportunidades de negocio mutuamente beneficiosas, pero también del dominio de los factores determinantes del desempeño de ese tipo de relación, asunto no menor.
Además, influye el contexto donde la estabilización macroeconómica, las políticas nacionales y locales de fomento y sus incentivos correspondientes faciliten estos encadenamientos.
Los percibo de manera expectante, con sobresaltos y un futuro reservado.
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Se habla de descentralización, autonomía y fomento de alianzas estratégicas como factores que impulsen el desarrollo del sistema empresarial cubano. ¿Cuáles son los principales obstáculos a vencer por el sector empresarial en la actual crisis económica?
Deyni TerryCreo que los principales obstáculos a vencer están en la organización interna. Se requiere de mirada y soluciones revolucionarias que transformen el marco y el pensamiento empresarial.
Por otra parte, los enfoques legislativos requieren de una claridad meridiana. Quienes participan en la toma de decisiones deben “aterrizar” en la compleja realidad cubana.
Los procesos de licitaciones deben ser realistas y transparentes. Las empresas privadas necesitan tener tantas garantías como prohibiciones y las llamadas alianzas estratégicas pueden ser también más efectivas.
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Demasiadas medidas, prohibiciones y limitaciones al sector privado empresarial (mipymes sobre todo), pero ninguna se ha acompañado de las metas y objetivos que se desean alcanzar con ellas (por ejemplo, qué por ciento de inflación y del déficit se reduciría, cuánta oferta se incrementaría).
Por ende, la percepción es cerrar el espacio no estatal, incluso la cooperativa (lo cual es un contrasentido para un país socialista). Restringir ese espacio por y para el pueblo, ¿pero en qué lo beneficia?, si tales medidas limitan la oferta y aumentan los precios.
En realidad se restringe ese espacio no estatal para mayor comodidad del estatal, para ejercer el control, pero no para promover mayor rentabilidad o eficiencia de las empresas estatales
¿Qué se hace para lograr una empresa estatal fortalecida? Nada, ni siquiera una Ley de empresas, que no sería suficiente, pero si necesaria para comenzar.
La situación económica de Cuba exige una reforma integral de la macro y la microeconomía, y la requiere sin mayor espera, se necesita ya, para que el sistema empresarial funcione como tal y genere beneficios a la sociedad.
Se habla de descentralización y autonomía, más no siempre se hace… Los mayores obstáculos a vencer desde el sector empresarial en la actual crisis económica pasan por la baja inversión y las políticas económicas de producción nacional ineficaces.
El sector empresarial enfrenta hoy condiciones de crisis energética, de combustible, estanflación, triple moneda con varias tasas de cambio, déficit fiscal enorme (uno de los más altos del mundo), baja inversión estatal, elevados impuestos rentistas que no distinguen entre el productor y el revendedor, inexistencia de créditos blandos
¿Cuántas mipymes hoy operan con líneas de crédito?; no nos queda mucha maniobra en el juego.
Nuestra experiencia, desde la creación y producción de condimentos naturales y productos alimenticios a microescala ha sido de sobrevivencia. No hay banca de fomento o forma de acceder a financiamiento para crecer y producir más.
Pretender que el sector estatal, cooperativo o privado pueda darle una vuelta positiva a la actual crisis de Cuba es ser fantasioso o simplemente olvidar lecciones básicas de Economía e Historia.
La solución de la actual crisis económica cubana requiere de enormes cambios estructurales, políticas de producción efectivas, aumento de la inversión en el sector primario, que hoy no llega ni al 3 %, mientras que hoteles, sector inmobiliario y actividades que “orbitan” al sector hotelero absorben casi el 40 % de la inversión.
Son muchísimos los obstáculos, por solo poner un ejemplo, es casi imposible para una mipyme solicitar tierras en usufructo para producir determinado cultivo especializado que necesite en su proceso productivo y así sustituir una importación.
La ley contempla la posibilidad de solicitar la tierra, pero en la práctica, el Ministerio de Agricultura no la cumple y las solicitudes caen en saco roto; al igual que el acceso a divisas para adquirir conocimientos (know how), patentes, maquinarias o materia prima. No hay posibilidades de créditos en monedas extranjeras. En este escenario es complejo hablar de producción y desarrollo.
¿Por qué la banca cubana no implementa un sistema de Unidades de Fomento (UF) para préstamos en dólares que permitan la adquisición de maquinarias y materia prima con devolución en pesos cubanos?
La UF se mantendría flotante en la tasa real de cambio, y en caso de ocurrir más devaluación del peso cubano (CUP) no afectaría a la banca. Debemos analizar esos temas y no si el precio de un paquete de salchicha está “caro”.
Hay mucho que corregir para impulsar de verdad el sistema empresarial cubano, pero no pongan en esa lista de “correcciones” a las actuales políticas y normativas dirigidas al sector privado
Algunos son la disminución de las ventas, el aumento en la incertidumbre y la volatilidad en los mercados financieros, así como la dificultad para acceder al crédito y al capital para las empresas, lo que limita su capacidad para financiar operaciones y proyectos de inversión.
Una de las inquietudes fundamentales de los emprendedores es el exceso de trámites burocráticos, unido a la ineficiencia y el desconocimiento de los técnicos y funcionarios de las oficinas estatales que atienden al sector privado.
Entre las medidas necesarias, para sacar el país de la crisis, voces especializadas mencionan las siguientes:
- Establecer la soberanía plena del peso cubano en las transacciones domésticas y suprimir, de una vez por todas, la dolarización parcial de los mercados y las tiendas que operan en moneda libremente convertible.
- Implementar un mercado libre, institucionalizado y transparente de divisas donde funcionen, en condiciones de igualdad, los actores económicos y las personas naturales con un tipo de cambio flexible que refleje las condiciones de oferta y demanda de las monedas extranjeras.
- Aprobar mercados de trabajo, medios de producción de insumos y de capitales regulados institucionalmente, pero en la línea de estimularlos.
- Eliminar las actuales restricciones al tamaño posible y al volumen de negocios de las empresas privadas.
- Derogar la prohibición de invertir en la isla a ciudadanos cubanos residentes fuera del país.
- Permitir la mayor parte de las actividades prohibidas para el desarrollo de la gestión privada.
- Abolir el monopolio del comercio exterior.
- Abrir el capital privado en el sector bancario con vistas a aumentar la liquidez y sobre todo el crédito para la inversión.
- Crear una banca de desarrollo que otorgue créditos de fomento al sistema empresarial.
- Integrar el sistema empresarial privado, estatal y cooperativo, para lo cual es un error de partida plantearse una Ley de empresa estatal. Lo que debería hacerse es una Ley de empresas que las ponga en igualdad de condiciones.
- Reemplazar el actual mecanismo de autorización para el establecimiento de empresas privadas por uno de solo registro.
- Anular las restricciones para ser socio de solo una empresa (es falso que ello sea un indicador de concentración de la propiedad).
- Elaborar un sistema impositivo que estimule el emprendimiento formal y la creación de empleos, con independencia del régimen de propiedad.
Para desarrollar un sistema empresarial sólido primero debe haber un plan claro: saber qué se quiere lograr con los nuevos actores económicos, a dónde se quiere llegar, cuántos se quiere que sean, qué papel se desea que tengan dentro de la economía…
En estos momentos no veo claridad en eso. Y esta nueva ley es un intento que no llega a madurar y puede desencadenar más burocracia, control y nuevas restricciones. Tengo la impresión de que estamos en un momento en que no se acaba de determinar el rumbo que se quiere con este proceso.
Me parece que sería muy importante una ley que refleje las opiniones y necesidades de representantes de los nuevos actores económicos, de personas que participan y tienen cierta experiencia en este proceso.
También hay que definir el tema de la inversión, clave para el sector empresarial. Normalmente, las inversiones se han hecho en la esfera de la comercialización porque hay un retorno de la inversión más o menos rápido.
Muchas veces esas inversiones provienen de familiares o amigos del exterior, que hay que devolver. Pero hay que darle tiempo a ese empresario para que obtenga ganancias y luego pueda invertir en la producción, proceso que lleva inversiones millonarias.
De manera que una buena parte de este análisis se basa en una cuestión de tiempo y en una visión clara y lo más ajustada a la realidad compleja y cambiante del país y, sobre todo, en entender cómo funciona este sector y en qué condiciones lo está haciendo.
Otro asunto tiene que ver con el mercado cambiario. No existen alternativas de solución para el sector privado, que muchas veces tiene que recurrir a prácticas penadas por la ley para hacer efectivas sus operaciones financieras en otras monedas.
Es necesario tener mucha capacidad para entender qué se está viviendo de manera global y, particularmente, cuáles son las necesidades del sector privado y lo que enfrenta cada día para tomar acciones sobre esas bases.
Precisamente, esas tres expresiones al inicio de la pregunta: descentralización, autonomía y fomento de alianzas, como factores de desarrollo del sistema, exhiben obstáculos a vencer. En respuestas anteriores he mencionado algunas claves. Aquí nuevamente sale a relucir el entorno institucional y el modelo de funcionamiento de la economía, transversal a las tres.
También podría añadir la falta de inversiones y la obtención de financiamiento de capital foráneo. Como es evidente, algunos factores externos al país que afectan en mayor o menor medida los esfuerzos del sector empresarial cubano y siempre deben estar presentes en cualquier análisis. Pero ni están bajo nuestro control ni debe ser una opción resignarse a ser rehén de esos factores.
Ante todo hace falta una mirada desde los decisores al sistema en su conjunto, para establecer políticas que no solo controlen y regulen, sino que también fomenten —y esta es una palabra clave: fomentar— el aumento de la capacidad empresarial del país y de los nexos entre los diferentes actores económicos.
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